Amistad pandillera

La llegada de Gordon Parks a LIFE abrió el camino para que un muy joven John Shearer se sume a las filas. Los ensayos fotográficos que Parks venía haciendo desde el corazón de los guetos, y que lo llevaron a ser el primer fotógrafo negro de la revista, impactaban y generaban reacciones por demás asombrosas, colaborativas en muchos niveles posibles, y le daban otra profundidad a unas de las publicaciones fotográficas más importantes de la época. Así que el ingreso de Shearer no era más que una consolidación de esa línea editorial.

Uno de sus primeros trabajos fue, justamente, volver a ir tras los pasos de un pandillero. Se quería reforzar la idea de que podían llevar “una vida como cualquier chico de su edad” si tuvieran las oportunidades para hacerlo, pero en este caso también se apuntó a la posición de liderazgo guerrero que representan y al contraste viéndolos, luego, con su madres o novias. “Lo que pasa es extraño y es intermitente, las pandillas tienen todo lo bueno y todo lo malo. Un día te ayudan a buscar a un violador, y al otro golpean a cualquiera”, contaría Shearer replicando los testimonios que había recibido.

Antes de meterse de lleno en la tarea fotográfica, John fue 5 o 6 veces al barrio sin su cámara. En esas visitas se encargó de recorrer el sur del Bronx, específicamente la zona que le correspondía a la pandilla The Reapers, quienes cuando lo vieron merodear y conversar con familias y comerciantes se acercaron -y no de la mejor manera- a saber qué buscaba.

Hasta que finalmente la suerte le jugó a favor. Después de haber pasado la noche en el barrio, bastante agotado y frustrado, el fotógrafo se fue a tomar un café a un bar. Apenas amanecía cuando, de un momento a otro, un joven tropieza con sus piernas estiradas. Ese joven era Eddie Cuevas, el presidente de los Reapers. En ese momento tenía 20 años y lideraba una agrupación con más de 200 miembros.

El «choque» abrió rápidamente la charla que en ningún momento fue brusca y se inicia con las disculpas mutuas correspondientes. Y es en esa charla que todo pareció darse de manera destinada: Cuevas era fanático de Quincy, una de las primeras historietas en tener de protagonista a un niño afroamericano. La tira -que se trataba de las aventuras de ese niño en Harlem bajo la crianza de su abuela- la hacía Ted Shearer, el padre de John, quien al día siguiente comenzaba, así, a fotografiar la vida de los Reapers con total libertad y seguridad para andar por donde quisiera.

“Una de las primeras cosas que me contó en esa charla fue que él había diseñado la ropa y la bandera de la pandilla. No sé bien cómo fue que la conversación fue llevándonos hacia la historieta que él leía religiosamente, pero cuando supo quién era yo, hubo más que un ‘sí, ok, podés sacar fotos’, vi realmente su confianza y de hecho lo comprobé luego, a cada momento que estuve con él y todos los Reapers”, contó Shearer.

Para cuando el artículo salió publicado, Eddie quedó detenido y terminó siendo trasladado a la Isla Rikers, donde estaría un tiempo a la espera del juicio. Una vez absuelto, no volvió a la vida callejera y comenzó a pintar sets trabajando para compañías de teatro. Shearer en ese momento perdió contacto con Cuevas, “fue la peor parte del trabajo, la pandilla pasó por un momento muy crítico, no sólo por lo de su líder, también las drogas hacían lo suyo. Y para mí fue difícil porque llegué a tener una relación muy intensa con varios de ellos y con él, algo que hoy con todas las posibilidades que hay de comunicarse no hubiera sucedido. Pero en esos años cualquier cambio repentino, mudanzas, trabajos que te llevan de un lugar a otro, y cosas así, hacían muy difícil que algunas amistades se mantengan”.

Y da tan en el punto lo que dice el fotógrafo que hace unos años atrás, varios de los integrantes de los Reapers lo contactaron por facebook y lo invitaron al Bronx a una especie de celebración que realizaban en busca de reencontrarse varios integrantes. Por cuestiones climáticas, finalmente John Shearer no pudo llegar, “pero ahora sí sé que ya se dará el momento de volver a vernos».  

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