Heavy Is The Head

El peso de la palabra y la responsabilidad que significa que su voz retumbe por todos los barrios británicos no parecen aturdir a Michael Ebenezer Kwadjo Omari Owuo Jr., a.k.a. Stormzy, por más pesada que sea esa carga cayendo sobre sus hombros. Apenas a un paso de cumplir sus 30 años, la lucidez que porta parece desbordar en cada una de sus acciones. Como artista, es un detallista que ha desechado algunos trampolines a la masividad solo para seguir teniendo el control sobre lo que hace, dice, construye, provoca. Como figura pública, es un sujeto osado y sobrio. 

Desde las calles de los barrios suburbanos del sur de la capital británica, tras un recorrido de prepotencia de talento que venía arrastrando y construyendo desde los 11 años, debe su salto a la fama nacional al espiral de atención que surgió a su alrededor allá por 2014, en sesiones de freestyle y por su trabajo sobre ritmos de estilo más bien estadounidense. En 2015, una de sus improvisaciones llegó al número 1 de los rankings británicos. El destape fue total. Al mismo tiempo, ya se encontraba colaborando con artistas de fuerte importancia local en el género, como Chip, Wiley, y Avelino. 

A pesar de su pisada firme en varias ramificaciones de hip hop, Stormzy vive enamorado del grime, del cual se considera hijo. Así y todo, no claudica en su cruzada por acercar al grime moderno lejanas influencias que crean una burbuja donde el tiempo parece no existir. En su obra se conjugan sonidos futuristas y videoclips hechos por empresas de videojuegos con elementos como versos de Shakespeare y referencias a la Biblia; conviven pianos preponderantes y coros de más de 20 voces grabando en un estudio con invasiones de drums a más de 140 beats por minuto.

Glastonbury 2019 – Foto Leon Neal

Dentro de sus composiciones, los contrastes juegan permanentemente y danzan avanzando y retrocediendo en sus oposiciones. Pero, por fuera de lo musical y en su identidad personal y pública, la coherencia es total, 360 grados. Para Michael Omari Jr. el artista es un sujeto político completo, y constantemente hace llamamientos que carecen de sutileza acerca del lugar en el que se coloca al hip hop y a los raperos en la escena cultural, política y social británica e internacional. 

Lejos de aquel estigma que recorre mucha de la escena musical del suelo donde habita, que ciertamente peca de modo frecuente en no plantarse contra situaciones de injusticia social, Stormzy cree fervientemente en la acción para el cambio, y ejercita un filoso activismo antiimperialista y antirracista en el riñón mismo de la nación que ha invadido a nueve de cada diez países del mundo y que persiste en su visión conquistadora de la realidad. 

El espíritu anti-conservador que porta Stormzy lo impulsa a hacer frente a figuras políticas de derecha como Theresa May, Jacob Rees-Mogg, y al mismísimo ex Primer Ministro Boris Johnson, quien hasta se llevó un verso insultándolo en el tema Vossi Bop. Y, sin embargo, esto no es suficiente para este interesantísimo artista. Sí, su firma estuvo en el apoyo público al Partido Laborista en las últimas elecciones, junto a personas como Andy Nicholson y Charlie Sloth, algo que le trajo cierto coletazo mediático de escandalizados personajes televisivos, pero también ha decidido ser un agente de cambio directo, aportando visibilidad a proyectos culturales autogestivos, artistas pasados por alto, e ideas que irrumpen en la pasividad política del horizonte político del rap británico para derrumbar algunas lecturas de la realidad que se nutren exclusivamente de la óptica individual. 

Foto Daniel Sannwald
Foto Jack Davison

La mano de Stormzy para generar una diferencia llega lejos. O, mejor dicho, llega alto. Decidido a echar luz sobre algunas problemáticas que tiñen a la sociedad de xenofobia y racismo, Stormzy embistió contra una de las instituciones intocables que existen en su tierra: Oxbridge, el apodo coloquial con el que se suele referir a las universidades de Oxford y Cambridge. No menos de 300 estudiantes de Oxford asistieron a una charla del rapero en aquella institución, no dedicada a palmear las espaldas de académicos que se aplauden a sí mismos cada vez que invitan a alguien extra-académico y popular a sus enormes salas y aulas, sino a discutir el nacionalismo, el racismo y el machismo en ámbitos como el del grime… y el de la academia.

Stormzy es, además, tras una embestida de trabajo para fomentar la inclusión y derrotar al elitismo, el garante de una beca que permite que cada año dos estudiantes pertenecientes a minorías étnicas y sectores empobrecidos puedan estudiar en la universidad que este año fue confirmada como la octava mejor del planeta, Cambridge, y que pertenece a un sector reservado, principalmente, para las élites nacionales, y con un ínfimo porcentaje de estudiantes no caucásicos. Sin abandonar la importancia de lo colectivo en la lucha por la igualdad social, como ha esbozado, ha decidido cambiar drásticamente la vida de gente que es marginada por un mecanismo que se cree meritocrático al tiempo que reproduce sistemáticamente conductas injustas y racistas.

Dentro de su desempeño artístico, la coherencia que sostiene lo hace exigirse a la hora de usar la palabra y lo performático como herramienta fundamental en su obra. Y, ni hablar, a la hora de encargarse de ser el primer solista británico negro -y el segundo más joven luego de David Bowie en 1971- en ser headliner del Glastonbury, un festival que atrae a más de 100.000 personas cada año. Este show fue pensado para representar, por un lado, a Heavy Is The Head (2019), su último disco de estudio, pero también como un parlante para subrayar algunas de las luchas sociales de la juventud británica marginalizada. El hito del espectáculo, ya etiquetado como uno de los más impresionantes de la historia del festival, fue cuando el rapero, vistiendo un chaleco con la bandera británica diseñado por el mismísimo Banksy, repudió la criminalización de los jóvenes negros en el Reino Unido, a quienes se responsabiliza del crecimiento del crimen -más específicamente del crimen de arma blanca- en las calles. Fuck the government, and fuck Boris gritó la multitud presente. 

Glastonbury 2019 – Foto Leon Neal

Con todas estas estacas clavadas en el compromiso social, pero también con un innegable talento musical y una ambición más que interesante, es un rapero que ha empujado hacia adelante a toda la comunidad hip hop y grime inglesa, no solo de forma internacional sino también hacia los recovecos de una sociedad profundamente cargada de prejuicios y de conservadurismo. En sus propias palabras, Stormzy no quiere ser el mejor rapero británico, quiere ser el mejor artista británico, y el concepto de “artista” que defiende va atado a la comprensión de su contexto social, político y cultural. 

Y si no es así, como proclamó el argentino Rodolfo Walsh acerca de los intelectuales, tendrán un lugar en la antología del llanto, pero no en la historia viva de su tierra.

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